lunes, octubre 13, 2003
(...) Yo estaré con ellos, con Perón y con mi pueblo para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los mercaderes de los pueblos (...) Dios es testigo de mi sinceridad; y El sabe que me consume el amor de mi raza que es el pueblo Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los límites extremos de mi rebeldía y de mis odios. Pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por sí mismo, no he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi Pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas", a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que Perón y con más ardor que Evita (...) Quiero que todos mis bienes queden a disposición de Perón, como representante soberano y único del pueblo. Yo considero que mis bienes son patrimonio del pueblo y del movimiento peronista que es también el pueblo (...) Pero después de Perón, el único heredero de mis bienes debe ser el pueblo y pido a los trabajadores y a las mujeres de mi pueblo que exijan, por cualquier medio, el cumplimiento inexorable de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los quiso (...)".