Y AHORA EL CORRALITO LE TOCA A RUSIA.
La crisis rusa de 1998 dio inicio al proceso de declive en la Argentina que llegó a su fin en el 2001 con el default y la posterior devaluación.
En Rusia hay más de 1.290 bancos y muchos no están en condiciones técnicas para operar bajo las normas de Basilea que establecen niveles de reservas, patrimonio, transparencia y un férreo control del Banco Central.
En las últimas semanas, algunas entidades privadas comenzaron a tener algunas dificultades de liquidez, y el rumor fue tomando la calle hasta que el miércoles estalló una salida de fondos que obligó a dos entidades a suspender la entrega de fondos en cajeros automáticos. En el día se esfumaron más de u$s100 millones.
El Guta Bank fue la primera víctima que no pudo afrontar la devolución de los depósitos. El Banco Central anunció que autorizaba a una entidad estatal a absorber el banco. La noticia consiguió el efecto contrario: la gente salió a varias entidades en busca de sus rublos y unos dólares por temor a una corrida.
El Alfa Bank debió suspender la entrega de rublos en sus cajeros automáticos y ya todo comenzó a tomar color de “corralito”, pero la situación es distinta a la 1998.
En primer lugar, aquella crisis tuvo su origen en una fuerte caída de los bonos soberanos, que al igual que en la Argentina, estaban en poder de muchas entidades que vieron derrumbar su patrimonio con la baja de los títulos. El resto es historia conocida: la gente fue a retirar fondos, el dólar comenzó a presionar y el Banco Central ruso quemó la mitad de sus reservas en intentar sostener el rublo hasta que decidió que el dólar se moviera libremente en el mercado.
El rublo se devaluó un 238%, en minutos, el PBI y los ingresos de la gente se destruyeron. Se decidió refinanciar la deuda y volver a empezar en un país que vio dispararse los precios de la canasta básica.
La situación actual dista mucho de aquella: Rusia es un productor de petróleo de enorme peso, y el barril de crudo bordea los u$s40, muy lejos de los u$s14 que llegó a valer en 1998. Además, el sistema financiero no se reformó con la crisis, y se le dio cabida a pequeñas entidades, mesas de dinero que se convirtieron en bancos, pero con respaldos patrimoniales muy dudosos.
Los “encajes bancarios” en Rusia son de 7%, es decir, por cada 100 rublos que coloca un ciudadano en la entidad, sólo 7 quedan inmóviles en el Banco Central, mientras el promedio internacional es de 18%, y en la Argentina es mayor aun. Lamentablemente, la solución que se propone para la crisis es bajar a 3,5% es posición, abriendo un flanco de mayor debilidad para las entidades.
Los especialistas aconsejan que se haga un verdadero saneamiento del sistema financiero, ya que se coincide en que unas 400 entidades serían suficientes para cubrir las necesidades de ese país. El resto debería cerrar sus puertas y ser absorbidos por los bancos más líquidos.
Fuente INFOBAE